(Enviado especial a Washington DC) Si no cambia de planes sobre la marcha, Donald Trump llegará el 29 de noviembre a Buenos Aires para formalizar su visita oficial a Mauricio Macri y deliberar en la Cumbre del G20, y el 1° de diciembre a la madrugada volaría hacia el Distrito Federal para participar de la jura de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como presidente de México.
Macri aguarda a Trump para un encuentro a solas en Olivos y el líder chino Xi Jinping para una histórica reunión bilateral, pero el presidente de los Estados Unidos siempre modifica su agenda política y hay pocas certezas sobre la actividad oficial que desplegará en la Argentina.
Desde hace días que en Washington se escucha la posibilidad de un viaje relámpago de Trump al DF para participar de la jura de López Obrador. Como la asunción es el 1° de diciembre, Trump debería abandonar las deliberaciones del G20 y cancelar su conclave con Xi Jinping, que enfrenta las posiciones proteccionistas del presidente americano.
La Casa Rosada aún desconoce oficialmente que la Casa Blanca prevé una «visita corta» de Trump y ya ha modificado varias veces su agenda protocolar. Macri creía que Trump llegaba el 29 de noviembre a la tarde, y se aprestaba a concertar una reunión bilateral antes de una cena distendida en la quinta de Olivos. Sin embargo, la agenda extraoficial enviada ayer desde DC asegura que el presidente americano aterriza el 29 a la noche y parte supuestamente al DF en la madrugada del 1° de diciembre.
Si Trump llega el 29 a la noche, no habría cena en Olivos y la cumbre entre Macri y el presidente de los Estados Unidos ocurrirá durante las deliberaciones del G20. El Presidente argentino quiere agradecer en persona a Trump por su apoyo durante la crisis financiera y la negociación con el Fondo Monetario Internacional y tiene intenciones de conversar acerca de la compleja situación política en Venezuela. Macri insistirá respecto a que la Argentina sólo respalda un transición pacífica y democrática en ese país de América Latina y que la elección de Jair Bolsonaro no puede quebrar un statu quo que se apoya en la diplomacia y la cooperación internacional.
Si finalmente Trump cumple con la última agenda oficial que se remitió desde el Departamento de Estado a la Cancillería argentina, las deliberaciones más importantes del G20 ocurrirán en la jornada del 30 de noviembre. Con el presidente de los Estados Unidos abandonando la Argentina en la madrugada del 1°diciembre, ya no tendría sentido continuar la discusión cuando el líder más disruptivo del sistema internacional decidió privilegiar su propia agenda al temario de la cumbre del G20.
Trump no valora a los organismos multilaterales, sostiene que hay que regresar a la época del proteccionismo y está librando una guerra comercial con China que puso en jaque al actual orden global. En este contexto, no sorprende que haya decidido acortar sus horas en Buenos Aires para participar en el G20. Ya lo había hecho durante la cumbre del G7, adonde se trenzó en una ácida discusión política con el premier canadiense Justin Trudeau.
El equipo de transición presidencial de AMLO no descarta que Trump participe de la ceremonia de asunción. Pero se maneja con cautela, ante la ausencia de una confirmación oficial de la Casa Blanca. En idéntica situación se encuentra el protocolo de la Casa Rosada. Macri sabe que Trump aterriza el 29 de noviembre y que debería decolar el 1 de diciembre, tras su reunión histórica con Xi, destinada a negociar una salida diplomática a la guerra comercial que enfrenta a los Estados Unidos con China.
No debería sorprender que Trump cancele su último día en la cumbre del G20. El presidente relativiza la diplomacia multilateral y solo protege sus intereses en política doméstica. Trump ya piensa en su relección y el G20 le aporta muy poco para su ambición de quedarse hasta el 2024 en la Casa Blanca.