LatinCanada.ca Directorio de negocios en Alberta
La condena a pena de muerte de un canadiense por tráfico de drogas incrementó la tensión.
China detuvo a dos canadienses, Michael Kovrig y Michael Spavor. El exdiplomático y el consultor fueron acusados de «amenazar a la seguridad nacional», forma en que generalmente se alude al espionaje.
Aunque oficialmente no se ha anunciado ningún vínculo entre ambos, las detenciones son consideradas por muchos expertos como una represalia por el caso Huawei.
¿Cuál es la situación actual de la ejecutiva de Huawei?
Meng actualmente está en libertad bajo fianza, pero debe comparecer nuevamente a comienzos de febrero ante la justicia canadiense, que estudia el pedido de extradición hecho por EE. UU.
La directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, fue detenida a comienzos de mes a pedido de Estados Unidos.
¿Qué tiene que ver esto con la condena de un canadiense a pena de muerte?
El caso de Robert Lloyd Schellenberg, arrestado en 2014, resurgió repentinamente. Este fue condenado en primera instancia en noviembre pasado a 15 años de prisión, pero a finales de diciembre, el tribunal que se ocupó de su apelación ordenó un nuevo juicio, considerando la sentencia demasiado «indulgente».
Schellenberg, que fue condenado a muerte este lunes, dijo que era inocente y que fue víctima de un montaje.
Sí. El canadiense tiene 10 días para apelar ante el mismo tribunal que rechazó su primera apelación. De acuerdo con Margaret Lewis, profesora de derecho en la Seton Hall University de EE. UU., es muy probable que el tribunal confirme la sentencia y entonces el caso pasará a la Corte Suprema Popular.
Esta alta corte podría confirmar la pena capital, convertirla en una larga pena de prisión o reducir su castigo, añadió.
Pero Donald Clarke, de la universidad George Washington, pronostica que «la
Corte Suprema Popular aguardará hasta que el futuro de Meng deje de ser incierto antes de anunciar su decisión»
¿Qué dice el gobierno de Canadá sobre este asunto?
La reacción de Canadá a esta dura sentencia fue inmediata y el primer ministro, Justin Trudeau, acusó a China de haber decidido «arbitrariamente» la pena de muerte, y aseguró que se trata de una «grave preocupación» para su Gobierno y también debería serlo para toda la comunidad internacional.
En las últimas horas, Trudeau ha tratado la crisis con Pekín con otros mandatarios internacionales, como el presidente argentino, Mauricio Macri, o la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinta Arden, mientras Australia ha mostrado su preocupación por la aplicación de la pena capital en este caso.
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, afirmó que hay preocupación en su gobierno por el futuro de Schellenberg.
¿Y la postura de China?
China ha defendido la condena a Schellenberg. «Si la imposición de la pena de muerte a Schellenberg es inhumana e inapropiada, ¿no creen que la muerte de personas por estas drogas es inhumana? No permitiremos que las drogas pongan en peligro la vida de los chinos», aseveró la portavoz del Ministerio chino de Asuntos Exteriores Hua Chunying en rueda de prensa.
Por su parte, medios chinos aseguraron que la condena muestra la determinación del país de no rendirse a la presión a la hora de implementar sus leyes.
¿Organismos internacionales se han pronunciado sobre el caso?
Sí. Amnistía Internacional (AI) pidió a China, el país que «ejecuta a más personas que cualquier otro del mundo», que revoque la sentencia, ya que «los delitos relacionados con las drogas no cumplen con los estándares internacionales para el uso de la pena capital».
Pero, según el Código Penal chino, cualquier persona que trafique, importe, transporte o manufacture opio en cantidades mayores a un kilo, o heroína en cantidades mayores a 50 gramos u otros narcóticos en grandes cantidades, deberá ser sentenciado a 15 años de cárcel, cadena perpetua o muerte, además de a la confiscación de sus bienes.
Por su parte, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresó su esperanza en que China revise la pena a muerte impuesta a Schellenberg.
