Este viernes asume el 45.º presidente de EE. UU. en medio de un clima de desconcierto.
En Washington, todo está listo para la ceremonia de investidura de Donald Trump como el 45.º presidente de Estados Unidos. El balcón occidental del Capitolio, en donde el magnate prestará juramento al mediodía de este viernes, ya está adornado con las banderas de los 50 estados, y miles de policías y agentes le están dando los últimos retoques al vasto esquema de seguridad que se tiene preparado.
Sobre Pennsylvania Avenue, la ruta directa entre el Congreso y la Casa Blanca que recorrerá el presidente durante la ‘gran parada’, hay inmensas estructuras de metal que fueron edificadas especialmente para albergar a los cientos que obtuvieron un tiquete para el famoso evento, en el cual participan bandas marciales de todo el país.
Sin embargo, y a diferencia de la posesión de Barack Obama, hace ocho años, cuando el ambiente era de fiesta y esperanza, el que se respira ahora es tenso e, incluso, lúgubre.
Por supuesto, son muchos lo que han llegado a la ciudad a respaldar al presidente republicano. Entre ellos, grupos de ruidosos motociclistas de todo el país. Pero con ellos han arribado también centenares que quieren aguar la fiesta del nuevo mandatario. Y no solo son ellos.
En un acto con pocos precedentes en la historia, al menos 65 representantes a la Cámara del Partido Demócrata (un tercio de esta colectividad) han decidido boicotear la ceremonia con su inasistencia. La irreverencia la inició el congresista John Lewis, uno de los héroes de la lucha por los derechos civiles y amigo de Martin Luther King, cuando dijo que Trump era un presidente ilegítimo.
Eso en alusión a información de inteligencia según la cual Rusia intervino en las elecciones para favorecerlo y al hecho de que perdió el voto popular por más de 3 millones de sufragios.
Pero la agresiva respuesta de Trump –lo llamó un hombre de muchas palabras y pocas acciones– provocó una oleada de indignación y solidaridad.
La polémica actitud de los demócratas es solo una entre las varias que han urgido en torno a la posesión. Mucho se viene hablando, por ejemplo, de los artistas que se negaron a participar en los eventos de esta semana. De hecho, nadie de peso terminó aceptando la invitación. El concierto que se celebró anoche en el mall, a los pies del monumento de Lincoln, fue encabezado por el cantante de country Toby Keith y la banda 3 Doors Down.
Hace ocho años, a un evento similar organizado para la posesión del presidente Barack Obama llegaron grupos de renombre internacional como U2 y reconocidos cantantes: Bruce Springsteen, Beyonce, Usher, Stevie Wonder y Shakira, por mencionar algunos.
Para el acto de posesión como tal tampoco se logró convencer a las estrellas. Jackie Evancho, una joven de 16 años que quedó de segunda en un concurso de televisión y un coro mormón serán los encargados de amenizar las horas previas al juramento.
Varias bailarinas del grupo de danza Las Rockettes se habían negado a participar y desaparecieron del programa oficial, pero antes hubo rumores de que se las amenazó con que iban a ser despedidas por rehusarse.
Algo parecido sucedió con las bandas de colegios y universidades que participarán en la parada. Un grupo considerable de ellas se negó a participar, algo inusual ya que este llamado suele ser un honor.
El magnate, quizá esperando una gran silbatina, ha decidido recortar su recorrido entre el Congreso y la Casa Blanca. Algo que es también anecdótico, pues se supone que es el momento en el que los mandatarios de EE. UU. saludan a sus compatriotas.
A la pesada atmósfera tampoco han contribuido las peleas del magnate Trump, que hasta último momento siguió casándolas, hasta con rivales bastante peculiares. Como la que armó con el diseñador Tom Ford por negarse a preparar un vestido para Melania, la futura primera dama.
O la trifulca que sigue alimentando contra China, que esta semana ya amenazó con responderle a Trump con una guerra comercial si este decide imponer aranceles a las importaciones de este país. Y está, a su vez, el revuelo que causó en Europa por sus ataques a la Otán, a la Unión Europea y a la canciller alemana Angela Merkel.
“El ambiente es tenso y de gran expectativa porque Trump ha querido que así sea. Desde que ganó las elecciones ha hecho poco por despejar el panorama y la ha emprendido contra todo el mundo. Esperemos que hoy use su discurso inaugural para demostrarles a los estadounidenses y al mundo que es un líder en el que se puede confiar”, sostiene Elaine Kamarck, del Brookings Institution.
Pero las cifras tampoco ayudan: según la última encuesta de Gallup, solo el 44 por ciento del país aprueba a Trump, el peor índice de popularidad en toda la historia de las mediciones para un presidente a punto de asumir el cargo.
La gran pregunta es si Trump verá en esto un llamado al orden o, por el contrario, trasladará el tono polémico de la campaña a su gobierno. La respuesta, es probable, comenzará a despejarse esta misma tarde.