Las explosiones están acompañadas de «retumbos débiles y moderados», ondas de choque que provocan vibraciones de techos y ventanas en casas cercanas, y una incandescencia en el cráter a unos 200 metros de altura que origina avalanchas débiles y moderadas hacia las barrancas Seca, Taniluyá, Ceniza, Trinidad o Las Lajas.
El pasado 3 de junio, en su tercera erupción del año -la más fuerte de su historia-, el coloso, de 3.763 metros de altura, provocó la muerte de más de 190 personas y dejó 1,7 millones de afectados, algunos de los cuales lo perdieron todo.